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Carlos Tavares, el polémico CEO de Stellantis, renunció en medio de duras críticas por despidos masivos, precios inflados y un salario descomunal. Un paso en la dirección correcta para Stellantis y sus trabajadores
Noticias y lanzamientos05/12/2024Si hay algo que caracteriza a la industria automotriz, es su constante transformación, y con la reciente renuncia de Carlos Tavares como CEO de Stellantis, parece que esa transformación se viene con ajustes severos. Pero no es cualquier renuncia: es una decisión que el sindicato automotor norteamericano United Auto Workers (UAW) no solo esperaba, sino que celebró abiertamente, calificándola como “un gran paso en la dirección adecuada”.
Shawn Fain, presidente de la UAW, no dudó en despedir a Tavares con un mensaje contundente: “Deja un caos de dolorosos despidos y vehículos sobrevaluados”. Y no es para menos. Durante su gestión, el ejecutivo portugués, quien embolsaba 39,5 millones de dólares al año, fue criticado por priorizar recompra de acciones sobre inversiones clave para la industria y la fuerza laboral.
Los números no dejan lugar a dudas. Mientras las ventas caían y los beneficios se desplomaban, Stellantis redujo su plantilla global en un 15.5% en cuatro años, afectando duramente a sus operaciones en Norteamérica. Al mismo tiempo, Tavares promovió un plan de ajuste, “Dare Forward 2030”, que prometía duplicar ingresos y beneficios para 2030, pero que terminó profundizando los problemas estructurales de la compañía.
Desde hace meses, el UAW había alzado la voz contra las decisiones de Tavares, cuestionando su liderazgo y denunciando incumplimientos de convenios colectivos. En palabras de Fain, "Stellantis está inflando precios y hundiendo sus propias ventas". Y el mensaje no era solo para Tavares; iba dirigido a toda una cúpula directiva que, según el sindicato, “ha abandonado a los trabajadores”.
Un ejemplo claro de esta desconexión fue la decisión de cerrar una planta en Belvedere, a pesar de las promesas de reactivación. Para los trabajadores, esto no fue solo una traición, sino una muestra de cómo las prioridades de la empresa estaban en cualquier lugar, menos en quienes hacen realidad la producción de sus vehículos.
El salario del ex-CEO era otro punto caliente. Con ingresos estimados en 108,000 dólares diarios, el portugués se convirtió en el líder mejor pagado de la industria automotriz. Mientras tanto, sus estrategias llevaron a miles de despidos y dejaron concesionarios repletos de autos sobrevaluados.
Esta desconexión entre la alta dirección y los problemas reales del mercado quedó expuesta cuando Stellantis reportó menores ventas y beneficios en un contexto donde sus competidores, como GM y Ford, mostraban cifras en alza.
Aunque la renuncia de Tavares es un alivio para muchos, Stellantis enfrenta un desafío monumental. Según anunció la empresa, el reemplazo definitivo del CEO no llegará hasta mediados de 2025. Mientras tanto, un Comité Ejecutivo Interino tomará las riendas, lo que podría ser un periodo de transición tensa y lleno de expectativas.
Por su parte, el UAW ha dejado claro que no bajará la guardia. Su mensaje en redes sociales es contundente: “Seguiremos exigiendo que se cumplan los compromisos con nuestros trabajadores. Esta renuncia es solo el comienzo”.
La salida de Tavares es una oportunidad para que Stellantis recupere el rumbo, pero solo si el próximo liderazgo logra priorizar a su fuerza laboral y conectar con las necesidades del mercado. De lo contrario, lo que hoy parece un "gran paso en la dirección adecuada" podría quedar como una anécdota en medio de una crisis más profunda.
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